miércoles, 11 de septiembre de 2013

Los gestores políticos Epañoles como lacra a la transición hacia la sostenibilidad

Artículo de hoy en El País: 'Industria siembra “incertidumbre” en la producción de energía verde'

Y parece que nunca llega la gota que colma el vaso... ¿hasta cuando va a tolerar desde la sociedad esta incompetencia extrema en los gestores políticos de este país?, ¿necesitamos todavía una intensificación de la crisis estructural más allí de la actual para despertar como sociedad y tomar las riendas de la gestión del país y del planeta? Porque si este es el caso, si necesitamos caer más hondo para empezar a despertar y articular inteligencia en el sistema social, no debemos descartar la opción del colapso total (que es lo que habitualmente sucede cuando se cae demasiado hondo), y la incertidumbre de que lo que se reconstruya a posteriori sea mejor, pues evidentemente no se mostraron señales de haber aprendido la lección antes de colapsar.

Es cierto que el sistema de primas a las renovables, y especialmente para algunas tecnologías como la FV, tenía importantes errores. No tanto por el valor inicial de las primas (porque por aquel entonces el coste de una instalación podía rondar los 7 €/Wp (más del doble de lo actual), sino por el desacoplamiento del sistema de incentivos con la evolución de la tecnología por su curva de aprendizaje y reducción de costes, que además en la fotovoltaica se ha visto alterada por discontinuidades causadas por prácticas ilícitas de mercado (como las del gobierno Chino encaminadas a romper el mercado para absorberlo).

Pero estos problemas del sistema de apoyo a las renovables tienen su origen en los que lo planificaron incorrectamente (los gestores políticos), y no en aquellos pequeños inversores que asumieron el riesgo para acelerar la transición del sistema energético, en lo que constituía un paso histórico en la implicación de la sociedad con el proceso de transición energética.

Y sí, el riesgo lo absorbieron esos pequeños inversores que asumieron la inversión de esas instalaciones fotovoltaicas a preciso mucho más elevados de los actuales, contribuyendo así a que la tecnología avanzara por la curva de aprendizaje y a que hoy podamos disponer de una tecnología fotovoltaica mucho más barata. Y ese riesgo consiste en que para recuperar la inversión que hicieron, con una rentabilidad que justificara que invirtieran en ese momento, necesitaban estar cobrando las primas durante 25 años, algo que como se ha visto, en España es un riesgo inasumible por la existencia de una clase política inepta con incapacidad de mantener compromisos tan serios
como estos que condicionan una inversión, no ya de grandes grupos inversores, sino de ciudadan@s de a pié.

Es cierto que por aquel entonces, cuando la inversión en las instalaciones fotovoltaicas estaba entre 7-6 €/Wp, había muchos espabilados sueltos por ahí, manifestación directa de una regulación de apoyo a las renovables mal planificada. Todavía recuerdo cómo por aquellos tiempos, allí por el año 2007, me crucé con algunos instaladores que por realizar las conexiones de una instalación doméstica ya montada y cableada (toda la inversión ya realizada), tirar la línea de evacuación por un
tubo enterrado ya disponible y emitir el boletín del instalador pretendían cobrar 2 €/Wp, prácticamente lo que cuesta hoy una instalación fotovoltaica completa (incluyendo toda la inversión)!
Pero todos estos son problemas originados por los que hicieron mal su trabajo al establecer y gestionar la regulación (es decir, los gestores políticos), y no la de esos pioneros que asumieron con sus recursos económicos personales, un papel activo en la transición del sistema energético.

Es decir, evidentemente existió especulación relacionada con el despliegue de las renovables en nuestro país (aunque hay que ser muy cauto en no extrapolar esta conclusión al conjunto de tecnologías renovables, pues algunas de ellas dispusieron de un contexto propicio a la especulación mucho más potente y dilatado en el tiempo que otras). Pero a los que se les está haciendo pagar ese proceso especulativo no son ni los especuladores ni los que propiciaron el contexto especulativo.
Si se quiere afrontar retroactivamente el impacto de ese contexto especulativo, lo primero y fundamental es realizar un diagnóstico correcto para identificar los responsables contra los que hay que actuar. Y estos responsables ciertamente no son ni mucho menos contra los que están actuando los gestores políticos de nuestro país, es decir, los inversores que apostaron por estas tecnologías.

En efecto, para estos inversores las condiciones eran meridianamente claras: un coste en
el mercado de las tecnologías y una retribución por la generación fijada por los gestores políticos para los siguientes 25 años, y entre medias unos riesgos a asumir por ellos (insisto una vez más que los riesgos se los tragan por completo los inversores, y eso tiene su coste que hay que retribuir) de lo que pudiera pasar durante esos 25 años: modificaciones climáticas, catástrofes naturales o artificiales, degradación de la tecnología...y uno con el que nadie contó porque era inverosímil antes de que España sentase el precedente: Unos gestores políticos impresentables que retroactivamente podían cambiar las reglas de juego a medio camino.

Con estas condiciones de contorno tan claras, no hay margen alguno para la especulación por parte del inversor. El inversor simplemente echaba sus números (que el gestor político también podía echar si tuviera una mínima capacitación para desempeñar su cargo), y decidía si asumía los riesgos con la rentabilidad obtenida. A esto se le añadía en su momento una componente de buen quehacer por estar echando una mano a la transición del sistema energético hacia la sostenibilidad.

Por tanto si algo fue mal, el inversor, y especialmente los pequeños inversores, no son a los que hay que pedir responsabilidades y castigar, como están haciendo los gestores políticos de nuestro país. Si van contra ellos, es simplemente porque dada la incompetencia extrema de estos gestores políticos, el inversor es simplemente la presa más fácil que pueden encontrar.

Pero entonces, si se quiere cargar contra alguien para enmendar las consecuencias de ese proceso especulativo, ¿contra quien habría que ir?

Pues evidentemente, los primeros responsables son los gestores políticos que establecieron un contexto regulatorio que favorecía la especulación y que luego fueron incapaces de redirigir el contexto regulatorio en tiempo real para minimizar el impacto de la especulación sin perjudicar a los actores que no estaban involucrados en esos procesos especulativos. Pero lamentablemente, un signo más de la inmadurez de nuestro sistema político es la ausencia absoluta de exigencias de responsabilidades retroactiva a esos responsables políticos y a sus correspondientes partidos.

Y en segunda instancia, están los actores directos que especularon aprovechándose de la existencia de un contexto regulatorio deficitario: fabricantes de equipos, vendedores de equipos, proveedores de servicios,... Pero no en 'genérico' sino que habría que evaluar quienes de ellos estuvieron incrementando artificialmente los precios de los productos o servicios que ofrecían para especular en base al contexto regulatorio deficitario. Sin embargo, medir este grado de responsabilidad especulativa es complejo, e intentar de forma retroactiva pedir responsabilidades por eso también.
Y en última instancia, en un mercado libre es difícil exigir responsabilidades incluso a estos colectivos (fabricantes, vendedores, proveedores de servicios) que básicamente estructuraron su negocio totalmente dentro de la legalidad y en base a las condiciones de contorno existentes (entre otras esa regulación defectuosa de la que no son responsables).

Así que los gestores políticos, en un acto de cobardía extrema, se vuelven hacia la presa fácil.

Y la verdad es que es alucinante la escasa memoria histórica que tenemos, lo cual probablemente explica también que sigamos tolerando esta incompetencia política después de tanto tiempo. Hoy, con los precios de la fotovoltaica en el orden de menos de la mitad de lo que eran en el 2006, miramos (en parte por influencia de la desinformación a la que intenta someternos la clase política, pero también en parte por mérito propio de la sociedad) a los que hicieron la inversión en fotovoltaica en el pasado como unos aprovechados porque están recibiendo unas primas muy altas en comparación a las que hacen falta hoy (esto es con los precios de la fotovoltaica hoy) para tener una rentabilidad razonable, obviando el hecho contundente de que los primeros inversores en fotovoltaica en nuestro país no pagaron el precio actual de la fotovoltaica, sino bastante más del doble, por lo cual es de cajón que las primas que deben recibir sean considerablemente mayores que las que hoy en día tienen sentido.

Pánico me da que sea esta clase de gestores políticos absolutamente incompetentes la que pretenda evaluar lo que es una 'rentabilidad razonable'. Sinceramente, no los considero ni mínimamente capacitados para hacer la evaluación técnico-económica correspondiente, pero más allí de esto, el concepto de 'rentabilidad razonable' es absolutamente erróneo, pues lo que la 'razón' de los inversores consideraba que era una rentabilidad que cubría el riesgo que asumían en el momento de hacer la inversión es la rentabilidad que tenían entonces, y eso es algo que es totalmente imposible de modificar retroactivamente. En lugar de 'rentabilidad razonable' para el inversor, deberían hablar de
'robo razonable' del estado a los inversores para cubrir las incompetencias de los gestores políticos.

Y realmente, es posible que dada su incompetencia e incapacidad absolutas, los gestores políticos de nuestro país no se den cuenta del daño que están causando, bien por falta de capacidad de percepción, o bien por preferir mirar a otro lado, ambas causas más que suficientes para inhabilitarlos como gestores políticos.

Yendo más allí de esa modificación retroactiva de la rentabilidad de unos inversores que en muchos casos son ciudadanos de a pié, lo que ya han hecho estos gestores de forma irreversible, es destruir algo tan importante como el impulso e iniciativa del sistema social para ser copartícipe del proceso de transición hacia la sostenibilidad, con un creciente orgullo por asumir activamente esta responsabilidad. Este era un gran avance que estábamos logrando en España, aunque todavía quedaba un largo camino por recorrer, pero ya se había logrado vencer la tremenda inercia inicial para echar a andar por el camino adecuado. Con un poco de inteligencia política, la evolución natural hubiera sido hacia la incorporación de otras estrategias reguladoras como el autoconsumo y a recoger los frutos de ese empujón que estábamos dando (el conjunto de la sociedad pagando las primas, y los inversores pioneros asumiendo los riesgos) al avance por la curva de aprendizaje de las tecnologías renovables que podían formar la base de un modelo de desarrollo sostenible. Lo que parece realmente estúpido por parte de los gestores políticos es crear un contexto en el que no vamos a recoger prácticamente ninguno de los frutos de ese esfuerzo inicial.

Después de este 'episodio negro', mucho me temo que el esfuerzo para volver a asomar fuera de las tinieblas será exponencialmente más elevado, y mucho me temo que prácticamente será imposible durnte mucho tiempo volver a conseguir hacer creer al ciudadano de a pié que puede ser co-partícipe en el proceso de transición hacia la sostenibilidad, pues en la memoria estará muy fresco el recuerdo de que los gestores políticos que hoy le dicen esto, mañana con mucha probabilidad lo dejarán en
la estacada.

Ausencia total de credibilidad de la sociedad en el sistema político y en los gestores políticos de turno: Este es el impacto de gran calado de la penosa gestión de nuestros representantes políticos actuales.

Otro daño que dejará la estela de esta penosa actuación de los gestores políticos es la percepción de riesgo en los mercados financieros, conduciendo a mayores intereses y por tanto a encarecer las tecnologías mediante la creación de una nueva categoría de riesgo que lleva la 'marca España': Gobiernos impresentables. Es decir, cuando en el futuro un ciudadano de a pié se acerque a un banco para pedir un préstamo para una instalación de energías renovables porque ha decidido ser copartícipe del proceso de transición asumiendo parte de los riesgos del cambio de modelo, si esa tecnología renovable requiere de un mecanismo de apoyo (tipo primas o cualquier otro) gestionado por el gobierno, simplemente el préstamo tundra un interés mucho más elevado, quizás hasta el punto de desincentivar al ciudadano a hacer esa inversión, para cubrir el riesgo de 'gobierno impresentable'.

En última instancia, no debemos olvidar que las primas a las renovables (o cualquier otro mecanismo de apoyo implementado para apoyar unas tecnologías que aportan valor al conjunto de la sociedad), las paga la sociedad. Un tema que me parece fundamental es la sostenibilidad de estos mecanismos de apoyo, para lo cual es condición imprescindible que haya una transparencia absoluta en su gestión y una información completa de la sociedad, que en base a estos elementos es en última instancia la que debe pronunciarse sobre cómo gestionar estos recursos. La responsabilidad de los gestores políticos es el proporcionar esa información y transparencia, claramente informando de los valores que aportan esas tecnologías para las cuales se solicita el apoyo de la sociedad (algo que difícilmente pueden hacer nuestros gestores políticos actuales por su absoluta ignorancia de estos valores). Pero no entra dentro de las atribuciones de los gestores políticos el decidir por la sociedad como gestionar estos mecanismos de apoyo, pues al hacerlo están condicionando fuertes impactos para la sociedad del futuro (haber truncado la transición del sistema energético hacia la sostenibilidad) sin asumir responsabilidad alguna por ello (ya hemos visto que los gestores políticos no asumen responsabilidad retroactiva alguna).

En definitiva, que cada vez se va conformando más que el actual sistema político español actúa como una lacra para la maduración y evolución de nuestra sociedad. La total ausencia de inteligencia que exhibe le convierte sin duda en el eslabón débil del avance hacia la sostenibilidad. Pero lo peor es que tampoco se vislumbran alternativas de maduración sistema político en España más allí de los gestores políticos que actualmente tenemos. Probablemente habrá que asumir que es cierto eso de que tenemos los políticos que nos merecemos: una mayoría les votó, y la mayoría les consiente mantener su sitio después a pesar de las barbaridades que puedan hacer, y nadie les exigirá responsabilidades después. Quizás, como consecuencia de este eslabón débil estemos condenados a ir a remolque del resto del mundo. Por tanto, la esperanza se queda en que haya otras regiones del mundo que avancen en la dirección adecuada, y España que se resigne a lo que su clase política la condena: Ir a remolque tarde y mal.



No hay comentarios:

Publicar un comentario